7.JUN.11 - POS.- 34 25 00 N 35 43 00 W TIME 20:00 UTC

Los viajes del Irenea
Amancio Macia
Tue 7 Jun 2011 20:14

En navegación, entre Antigua y Horta (Azores).

 

Justo después de enviar el mensaje, se nos acerca una tormenta por estribor. El protocolo es el de siempre: reducimos mayor y estamos atentos. De pronto, se pone a llover, y aumenta el viento por encima de los 20 nudos. Reducimos génova. Vamos a más de 7 nudos, aunque llevamos poco trapo. A los 20 minutos, deja de llover, y el viento va calando. Vamos sacando velas, primero todo el génova y luego toda la mayor. Al principio, al Irenea le cuesta arrancar. 20 minutos después de la tormenta estamos más o menos como antes de empezar. Y así unas cuantas veces al día. A veces reducimos trapo y no pasa nada, pero la prudencia es indispensable en estos casos.

 

La noche transcurre en la misma tónica de la anterior. Alguna pequeña tormenta, y un viento ligero que nos hace avanzar a unos 5 nudos; me despierto en la bañera para la última media guardia (de 07:30 a 09:00) y me encuentro a Kiko en la rueda, sonriendo. Aunque los pronósticos nos daban como mucho un viento de 15 nudos de SE, nos encontramos con este componente, pero con cerca de 20 nudos, que nos entran a un descuartelar. Tampoco hay mucha ola, así que la navegación se hace una autentica delicia. El barco navegando a 7,5 nudos de media, y tragando millas sin parar. Algún pequeño roción en bañera, pero nada grave. Conforme avanza el día, reducimos el trapo, pero mantenemos la media. Al caer la tarde, volvemos a llevar el velamen al completo.

 

En la Rueda, Ángelo suena desesperado, y habla de “un día de tragedia”: su motor no arranca. 12 días funcionando constantemente, y ahora se niega a funcionar. Rafael le da consejos sobre la obturación de líneas de alimentación y filtros. Pero las cosas estando solo en el Atlántico no se ven siempre de la misma manera que en tierra. Rafael tiene un corresponsal en Horta, Altino, y le confirma que le echará una mano si necesita un remolque de entrada. A continuación habla con el Bravo 1, que de nuevo tiene la llamad de su hermano al teléfono. Se oye muy mal, y la comunicación se hace materialmente imposible. Luego vamos nosotros. Nos confirma buen tiempo para los próximos días (aunque el paso de pequeños frentes nos pueden dejar un poco de agua) y termina diciendo: “a este paso vais a llegar antes que Ángelo, y le podéis dar remolque”. Acaba con el Danubio (al que no se le oye) y el Pakea.

 

Como decía al principio, hoy a sido la primera singladura realmente para recordar; la primera en la que el Atlántico ha parecido lo que debe ser. Tampoco queremos mucho más. Si se mantiene así perfecto. Lo comentamos durante la sobremesa con Kiko, que lógicamente era el más afectado por los 11 días de calma. El barco va algo escorado a babor, así que quien más o quien menos se busca la vida para nivelar sus literas. Pero después de leer el libro de Chichester, donde confesaba que el Gipsy Moth IV siempre navegaba con 35 grados de escora como mínimo, el Irenea parece un mercante.

 

Ha cocinado Juan: unos entrecots trinchados con espárragos verdes y habitas baby fritas con bacón. Para chuparse los dedos. Caula le ha echado ketchup a la carne, y le hemos mirado todos un poco sorprendidos. De postre nuestras últimas magdalenas emborrachadas con Ratafía y Palo Tunel.