28.ENE.10 - POS.- 18 52 441 N 30 50 892 W TIME 19:00 GMT - 1

Los viajes del Irenea
Amancio Macia
Thu 28 Jan 2010 20:44

En navegación, entre Marina Rubicón (Lanzarote) y Marina Sansouci (Santo Domingo, Republica Dominicana)

 

Todo el mensaje de ayer lo escribí a la carrera, no se por que me dio por cocinar las lentejas un día antes. Bueno, todo el mundo sabe que están más buenas si reposan un poco. Así que empecé a poner en la olla express 600 gramos de lentejas pardinas, dos cebollas, una cabeza de ajos, tres zanahorias, medio pimiento verde, medio pimiento rojo, dos ramas de apio grandes, dos tomates (la verdad, porque ya estaban un poco pochos), un hueso de jamón ibérico, una loncha grande de tocino ahumado cortada en tacos y medio chorizo dulce. Un  poco de sal, y una pastilla de caldo vegetal y otra de caldo de cocido. Acto seguido le empecé a echar agua, hasta que cubriera algo más de dos dedos. La cerré, y la deje en el  fuego sin encenderlo. Mail, Toño por favor sujétame el Iridium que no quiero sacar el ordenador a la bañera, apagar ordenador, traje de agua, arnés, y a la guardia.

 

La cosa está un poco movida, y estamos el capitán, a la rueda,  y yo. Hacemos 165º (lo que técnicamente significa que retrocedemos) pero vamos a 40ª de aparente de ceñida, y no da para más. No nos importa mucho, queremos ganar sur como sea. Nuestra estrategia estaba clara, llegar a encontrarnos con la parte inferior de la baja justo donde estamos. Pero al llegar al 20º N de latitud, vemos que hay más chicha de la que nos pronosticaban, así que está claro, para abajo. El cielo está completamente nublado, y la luna casi llena, así que hay una especie de resplandor blanquecino que me recuerda a los polos (sitio en el que nunca he estado) y que le da a la noche un aspecto entre mágico y misterioso. Finalmente ponemos piloto, y Antonio se baja para hablar con Rafael del Castillo. Yo me quedo a la rueda, pero antes de bajar le digo si puede encender las lentejas. Con cierta lógica, me dice que no, que el barco tiene cierta escora, que en el anterior cruce del 2008 la olla salió volando dos veces, y que además va a hacer mucho calor en el interior, donde todo esta cerrado, incluido el tambucho de entrada. Así me quedé yo arriba, pensando en como había ido el día, e intentando que el barco no se aproara demasiado, pues el gualdrapeo del génova era bastante importante. En esto me vino una gran preocupación: ¿sería bueno que las lentejas y todas las verduras y viandas pasaran toda la noche en agua sin cocinar? La verdad es que el tocino venía de Denia, y no creo que estar flotando en agua fría 12 horas le haga nada bien. ¿Y si nos enfermamos por una comida? Bueno, intenté olvidarme del tema, pero la verdad es que me siguió rondando un buen rato.

 

Al acabar la rueda, Antonio sube y se fuma un cigarrillo a cobijo de la capota, mientras yo miro a ver si veo a algunos de los intrépidos remeros. Luego pienso que al haber dado rumbo sur ya los vamos a evitar, pues el Ocean Planet nos dijo que los tendríamos en proa cuando íbamos al 270º. Y ahí estábamos, el capi y yo contra las olas, cuando me volvía a la cabeza el tema del agua en la olla express. A todo esto, después de algún pantocazo y su correspondiente chorreo de agua, el capi me mira y me dice: ¿crees que deberíamos reducir más el génova? Y yo pienso: “menuda pregunta, lo realmente importante es saber si tengo que quitar el agua de las lentejas”. Así que le contesto: si, creo que voy a bajar a ver la olla express. 

 

Paso entre las bañeras con mi línea de vida por la banda de barlovento (esta experiencia ya os la contarán en detalle todos los participantes, y será historia recurrente para nietos por décadas) abro el tambucho y bajo una vez más por la escalera. En la litera de babor del salón (feliz porque por primera vez en mucho tiempo la escora le favorece) encuentro a Toño medio adormecido, al que le pregunto: Toño ¿tu crees que tengo que quitar el agua de las lentejas?. Con un tono más o menos cariñoso me dice que faltan dos horas para su guardia, y que le deje dormir, pero que tiene plena confianza en cualquier acción que realice en la cocina. Bueno, pues no hay más que hablar. Abro la olla, y vacío el agua. Vuelvo a la bañera con  la tranquilidad de pensar que he obrado correctamente. Le digo al capi que creo que es bueno que llevemos una cierta velocidad, que aunque escoramos y damos algún pantocazo al barco no se le ve sufrir, y que creo que la proporción de vela es apropiada. Y sin más pasa nuestra guardia.

 

Cuando bajo al camarote de popa, el Sr. Font duerme apoyado contra la lona antiescora que divide la cama en dos. Esto hace que materialmente solo quede un 25% en mi lateral. Como debe estar la situación en proa. Me cuelo como buenamente puedo, y me acomodo, pero al final me doy cuenta que estoy materialmente en posición lateral, con la cabeza y la almohada apoyada en el mamparo. Y no me puedo dormir. Y pienso en atarme con el arnés en vertical, acostado sobre mi lateral derecho, pero rápidamente lo desecho porque me parece una perogrullada. Y no me puedo dormir. ¡Pero si siempre he dormido en cualquier situación! Y pensando esto veo que Caula me llama. Han pasado 4 horas.

 

La guardia de 04:00 a 08:00, con el Mañas empieza amena como siempre, pero menos. El mar está algo más tranquilo. El cielo alterna zonas nubosas con claros. De pronto me alegro al ver la Cruz del Sur por proa, pero al segundo me doy cuenta de que están en la banda de estribor, esto es, que vamos al 150º. Y pasamos la guardia alternando algunas cabezadas.

 

Al las 08:00 suben Antonio y Caula, y decidimos cambiar el bordo. Parece perfecto, hacemos 270º y no bajamos de 6,5 nudos. Al bajar a la cocina veo la olla express: ¡Cómo se me había olvidado! Antes de desayunar, vuelvo a poner agua, un poco más de sal, y de paso pimienta, tomillo y un poco de molinillo de “toque especial ibérico” con pimentón, pimientos secos, cebolla, romero, ajo, perejil y pimienta negra. También un poco de cayena en polvo, pues Emilia nos contó que estimula y anima. Enciendo el fuego. Mientras hago el desayuno para todos (quesadillas de queso y jamón), miro la olla con cariño.

 

Una media hora más tarde suena el Iridium. Es Ángel, de la organización de la regata. Que donde estamos y como vamos. Como Antonio está en la rueda, le contesto yo. Le doy la posición, rumbo y velocidad. Me dice que hemos hecho muy bien en bajar al sur. Que los demás nos están siguiendo. Al final me pregunta como esta todo el mundo a bordo y le digo que perfectamente, y por supuesto, acabo diciéndole que estoy guisando unas lentejas. Se ríe, y me dice que las disfrutemos con un buen vino.

 

Y aquí seguimos todo el día ciñendo en medio del Atlántico, cada uno con sus preocupaciones.. A media mañana el viento ha rolado, y dábamos 315º, por lo que hemos hecho un bordo. Pero al poco tiempo, hemos vuelto a hacer componente Oeste (290º). A última hora de hoy decidimos hacer otro bordo y volver a hacer otra vez sur. Hemos oído que se ha retirado bastante gente. Los del Acrobat nos han vuelto a llamar para consultar decisiones.

 

Antonio llamó ayer a Enrique Curt para contarle la situación de los “remeros”. Este le pidió disculpas por el malentendido del bajón “y asunto zanjado”. Nuestros abogados han pedido como compensación pasar toda una semana en un hotel de esos de pulserita, con todos los gastos pagados, en la Península de Samaná. Bueno, que lo disfruten.

 

Por cierto, las lentejas salieron muy buenas. Hay suficiente para toda la flota del Gran Prix, y parte de los remeros.