Santa Marta - Islas de San Blas (Panamá) 09:35 .394N 78:40.551W
Continuamos nuestro viaje, siempre hacia el Oeste.
Después de una semana en Colombia, el 1 de marzo salimos hacia
Panamá, para cruzar el Canal. Va a ser nuestra tercera vez, las
anteriores en 2.007, con el Nutella, y en 2.016, con el Oyster 56,
el anterior Aliena. Y vamos a descubrir el archipiélago de San
Blas, aunque está será nuestra segunda visita, en 2.007 fuimos
directos a Panamá y en 2.016 literalmente no tuvimos tiempo de
disfrutarlo. Esta vez vamos a poder visitar varias de las muchas
islas que lo componen, disponemos de ocho días y no tenemos que
hacer burocracia ni estar en lugares y fechas fijas.
Es una etapa corta, de 280 Nm, pero complicada, tenemos que pasar
frente a Barranquilla (la del caimán) y dicen los que saben que
ese paso es el equivalente al Cabo de Hornos en el Caribe; y vaya
que lo fue. La salida muy tranquila, durante nuestros últimos días
de estancia en Santa Marta el viento fue mas bien poco, pero
conforme nos acercamos a la altura de la dichosa Barranquilla, el
viento, pero sobre todo las olas, aumentaron de intensidad y, al
caer la noche, la tenemos bien montada, con olas de mas de 3
metros que nos entran por la aleta de estribor (traducción = la
parte de la "derecha" del barco, entre en centro y la popa) y nos
empujan con violencia, desviándonos del rumbo. Afortunadamente
Aliena es un velero con un francobordo (traducción = la distancia
entre la cubierta del barco y la superficie del mar) muy alto, lo
que lo hace bastante "seco", pero en la rueda de radio de esa
noche varios barcos del grupo se quejan de que han recibido olas
que los han puesto chopados. A nosotros también nos ha entrado
alguna, que mojó la bañera y llego hasta salpicar dentro.
Y como ya se sabe, de vez en cuando vienen"las tres marías", tres olas seguidas mas altas que las demás, a veces muchísimo mas altas que las demás. Con los desvíos de rumbo el piloto automático tiene que emplearse a fondo, tanto que a veces algún tripulante lo desconecta y lleva un rato el timón a mano, por el placer de hacerlo. Esto es mas fácil de día, porque ves venir las olas y puedes reaccionar con antelación; de noche, en las guardias, no hay tantos voluntarios para esto. Pues en una de esas series, supongo que de las tres "supermarías", la salida de rumbo fue tan violenta que el piloto automático no conseguía devolvernos al correcto y del esfuerzo se desconectó, con lo que nos dejó temporalmente a nuestro albur, atravesados al mar y disparando todas las alarmas que le vino en gana. Y esto, como siempre pasa, sucedió a las dos de la mañana, noche cerrada como boca de lobo y con un mar y un viento respetables. Daz, que estaba de guardia, cogió el timón y se puso a gobernar, esta vez no por placer, mientras el resto de la tripulación, con el capitán al frente, buscábamos el origen y la solución de la avería. Después de revisar manuales, hacer pruebas e incluso contactar con Oyster (afortunadamente no era fin de semana y la diferencia horaria iba a nuestro favor), llaman y conseguimos averiguar que podía haberse fundido un fusible, situado junto al motor del piloto automático que está en el trastero, al que los ingleses muy elegantemente llaman "lazaretto", lugar que como su nombre indica está lleno de trastos (bicicletas que no se usan, cabos de amarre, defensas, latas de aceite de motor, repuestos, y toda clase de otras cosas imprescindibles en un velero transmundista como este), que hubo que sacar o apartar antes de dar con el dichoso fusible, al que se accede literalmente "cuerpo a tierra", con el torso metido en un agujero y los pies casi en el aire; pero si, allí estaba el fusible, fundido y bien fundido, aunque afortunadamente, entre los cientos de repuestos del barco, una vez consultada la hoja Excel del capitán, que indica el numero de la caja en la que puede encontrarse el repuesto y la localización de la tal caja, apareció un fusible de repuesto, que fue repuesto en su lugar y supuso la reposición del servicio del piloto automático. Dábamos saltos de alegría, como si nos hubiera tocado la lotería. En fin, cosas de la navegación.
Durante el segundo día de travesía las condiciones de viento y mar se moderaron mucho y la tripulación continuó con sus tareas, como muestra el hermoso ejemplar de la foto;
también lo celebraron dando saltos de alegría.
Y siguiendo con las cosas de la navegación, quiere el destino que lleguemos a los sitios de noche y así fue, a la medianoche exacta del 2 al 3 de marzo cruzamos la linea de llegada y fuimos a fondearnos a un lugar llamado "la piscina", en los Cayos Holandeses, aunque el camino para llegar consistía en sortear varios arrecifes de coral; a la mañana siguiente, después de dormir a pierna suelta, comprobamos que el precioso lugar hacía honor a su nombre.
Pasamos un par de días de relax, haciendo excursiones con el
dinghi a otras islas, incluso se organizó una barbacoa en el
chiringuito de la isla de enfrente; el de la Trompa de los Alpes
es un tripulante del barco suizo Brainwave que, en las grandes
ocasiones, como la puesta de sol del día de la llegada, nos daba
un concierto en la playa (o desde su barco) con tan curioso
instrumento.
Como ya llevamos unos días desconectados y empezamos a echar en
falta internet, decidimos acercarnos a "la civilización", según
los Guna y la guía citada: el pueblo se llama Corazón de Jesús y
son dos islas conectadas por un puente, Madre de Dios y Yandup
Nagarna. En la guía náutica aclaran que en esos pueblos han
decidido no seguir las reglas y costumbres de los Jefes Locales y
poco mas o menos da la impresión de que son Sodoma y Gomorra. Pero
a pesar de todo, nos acercamos en un día gris y lluvioso y
fondeamos en medio de las dos islas. Tienen un pequeño puerto,
donde hay barcos con pasajeros. Nos sorprende ver un colegio
bilingüe (Español-Guna) y los niños uniformados. Nos acercamos a
preguntar y nos dicen que hay como 200 alumnos. Si hay que definir
los pueblos con una palabra, esta sería "humildes"; finalmente
podemos comprar una tarjeta telefónica y acceder a internet,
aunque para que os hagáis una idea, ni tan siguiera comemos allí,
entre otros motivos porque no vemos donde hacerlo. Esa misma tarde
ya estamos fondeados en otra isla cercana.
Es increíble la cantidad de veleros que hay en estas islas;
sorprendentemente, no vimos ni una sola motora (o batidora, como
las llamamos) de cualquier tamaño, grande o pequeña, excepto las
canoas de los locales con sus fueraborda. Hay un detalle con las
banderas, resulta que la bandera de los Guna es como la española,
pero en lugar de tener en el centro de la franja amarilla el
escudo (o una corona, las náuticas), tiene nada menos que la cruz
gamada, el símbolo del poder universal. Desconcierta ver tantas
banderas que a lo lejos parecen españolas, pero que tienen
"sorpresa".
Van pasando los días, aunque es difícil llevar la cuenta;
continuamos nuestro camino, pero ya con dirección Oeste, pues
pronto tenemos que estar en Colon, la parte atlántica del Canal de
Panamá. Pero de camino aun pararemos en un par de sitios mas, el
primero Cambodbia, una preciosidad como podéis ver abajo. Damos la
vuelta a la isla en una media hora y vemos algunas casas-choza
habitadas. En una de ellas venden souvenirs y cervezas y quedamos
para comer al día siguiente. En otra nos dice un señor que ha ido
como de vacaciones, que la ocupa por un tiempo con los suyos y
luego va otra familia, algo así como la "multipropiedad" Guna,
pero sin luz ni agua potable. Los niños se nos acercan al barco
para pedirnos que les carguemos los móviles.
Una novedad interesante es que entre los navegantes
"residentes", los que llevan mas de una temporada aquí, hemos
encontrado barcos españoles o de españoles, lo que resulta notable
y me sorprende, pues realmente son muy pocos los compatriotas que
optan por la vida de transmundistas. Aunque por lo que comentan
los que encontramos, el próximo lugar de encuentro es en el Mar de
Cortes, entre la península de Baja California y la costa de
México.
Nuestra ultima parada en el archipiélago es en Cayo Chichime, otra preciosidad, aunque parece que ya estamos en modo "vámonos" y no hay excursiones ni vida social, como en otros fondeos.
Continuará......
Miguel y Carmen
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