Cuando tienes que soltar amarras para enfrentarte a una larga travesia, en nuestro caso de algo mas de una semana, la intranquilidad por lo desconocido e imprevisible te acecha y a veces te pone "mariposas en la barriga". Pero cuando por fin largas amarras y te encuentras en el mar, libre, aunque a su antojo, la sensacion de alegria supera todo lo demás y dices: "en el mar de nuevo". Y creo que no hablo solo por mi, que esta es una sensacion comun de los navegantes.

Ayer por la tarde, despues de recibir 325 litros de combustible, como siempre el diesel marca nuestro destino, salimos con el deposito lleno con rumbo Sur, hacia la isla de Fernando de Noronha, de la que nos separan unas 1.300 Nm y donde esperamos llegar el martes/miercoles de la proxima semana.

Acaba, por fin, la estancia en Praia, por un lado tranquila y divertida, con Pablo y las nietas a bordo, y por otro horrible, abarloados a un barco viejo de hierro con aristas como cuchillos, que nos ha roto, a pesar de las protecciones, dos amarras y provocado alguna que otra averia menor. Las olas entran directamente en el puerto y el vaiven es constante, sobre todo en la bajamar, donde vienen a sumarse las corrientes que forma el agua en su huida del dicho puerto.

Personalmente me alegro de haber conocido un nuevo terriotorio, pero dudo que vuelva, salvo que cambien mucho las cosas, que no van a cambiar; la falta absoluta de infraestructura nautica y de abrigos naturales protegidos, excepto el de la playa de Tarrafal, donde hemos estado fondeados 5 dias, me inclinan a colocarlo muy abajo en la lista de sitios interesantes.

Seguid siendo buenos,