Navegando con buenas

Crónicas desde el océano
Quetu
Sat 7 May 2022 08:45
Viernes 6- La vida a bordo

Vengo a reivindicar un estilo de vida que siempre repudié y es el del tiempo libre en el sillón mirando Netflix. Señores, doy mi vida en este momento por tener a mano un sillón donde relajar la espalda, un entretenimiento tan cómodo como una peli, con las caricias de una frazada sobre la piel, un gato, y un café sobre la mesa ratona. En cambio he invertido mi tiempo libre para embarcarme en esta aventura que me satisface infinitamente, pero no voy a dejar de ocultar los pormenores que hacen al día a día. Comenzaré mencionando donde es que paso mis 12 horas diarias de trabajo sentada; y es la bancada de un cockpit duro de acero inoxidable, con respaldo por suerte -a 90grados-, y con el desacierto de haberme adueñado de la banda de estribor, que terminó siendo la de barlovento. En una de las guardias me encargo de algunas tareas insitu, donde la temperatura no baja de los 30 grados con las escotillas abiertas, porque cuando moja y las cerramos me atrevo a decir que alcanza temperaturas de sauna. Intento con empeño mejorar mi circulación por los pasillos, al igual que la estabilidad en el baño o al tomar una ducha -que por suerte podemos hacerlo a diario-, pero un errático movimiento de zamba lento es la replica exacta de la estabilidad del piso donde debemos sobrevivir estos dos meses. Se que están pensando que una vez que logramos acostarnos todo esto termina, pero debo compartir que no, que la cama es donde más se sufren estos vaivenes y que, lamentablemente, se puede dormir en dos posiciones únicas; boca arriba, y boca abajo con una pierna flexionada. Últimamente estoy fascinada con una almohada que secuestré para nivelarme, pero a veces el calor es tan sofocante que ni la almohada me ayuda a conciliar el sueño. Otras veces duermo afuera en la cubierta intentando respirar un poco de aire fresco, el sueño es muy buen colchón para el cansancio. Pero estas son las peores ya que termino bañada en sal y con una contractura que no se me va hasta tomar un ibu 600 -cosa que se me hizo costumbre diaria-. Sumado a esto el barco escora, todos los días, eso lo sabemos, debemos adaptar nuestros meses a esta condición, cocinar escorados, caminar escorados, los platos y vasos sobre la mesa escorados, todo se cae, y me recuerda a la casa de Casper, a la que le sumamos algunos movimientos toromecánicos en más direcciones. Este punto y el vivir mojado tal vez son los que más me incomodan.

Otro asunto importante y no menor es la comida. No estoy segura de qué extraño fenómeno habita dentro de mi, pero puedo afirmar con precisión médica que a bordo no ocurre el proceso de digestión. Entiendo que, contrario a lo que se piensa, no es una vida muy deportiva y activa, pero pensé realmente que el cuerpo humano era capaz de procesar por si solo los alimentos sin la necesidad de ingerir diariamente polvitos mágicos para lograrlo.

Entonces ya tenemos el ibu 600 y el polvito mágico como base del día. Por suerte el dolor de cabeza producido por el calor también se va con el ibu 600, pero a pesar de ser esta droga una de las mas efectivas, no elimina el cansancio frecuente producto la mala postura, del mal dormir, o del a veces trabajar mucho con las velas. Por eso es que voy alternando entre vitaminas y energizante para sobrevivir a esa sensación de aplastamiento que se vive a bordo.

Eso es todo señores, casi nada y un montón. Solo aquellos/as que estén seguros que eligen cambiar ese cómodo colchón sobre el que están sentados para someterse a una vida de incomodidades, tendrán el privilegio de surcar las aguas de Neptuno.