Miserable Monday

Crónicas desde el océano
Quetu
Mon 6 Jun 2022 21:35


Miserable, así se siente la tarde de hoy.
Amaneció tan hermoso, tan despejado, que recordé mis tardes en Mar Chiquita tirada al sol sintiendo el viento que venía con olor a mar. Sentí nostalgia y anhelé estar tirada, después de almorzar, en aquellas baldosas terracota del descanso de la escalera que se calentaban con el sol, y se convertían en un confortable rincón los días de otoño. Me gustaba sentir en la panza la cálida energía que emanaban estos cerámicos, mientras papá o mamá andaban de acá para allá haciendo cosas en la casa.
Extrañé con locura estar en esa casa, levantarme y escuchar los pajaritos, taparme con la frazada un rato más. Escuchar a mamá abajo en la cocina tomar de su “mate automático”, hablando bajito para no despertarme. El olor a café recién hecho, las medialunas del ACA que comprábamos de camino en la ruta 2, todo lo que significaba la mañana. La cotidianidad, eso extraño hoy. Escuchar “Yesterday” pegada al parlante, a los 8 años, preguntándome si existía la tristeza tal como lo expresaba esa canción. Años más tarde me di cuenta que si. Extraño estar abrazada a mi Guille y la albóndiga, tirarme en el sillón.

Será porque el clima es sombrío en estas latitudes, o que en dos días el pronóstico marca rachas de 60 nudos. Puede ser que me esté por venir, porque sigo siendo mujer a pesar de todo. O simplemente porque el ocio, mal administrado, pasea a la mente por rincones del cerebro que conducen a los sentimientos más orgánicos.

Venimos con ola de 3m del través, a 7,5kt con un viento constante de 32kt. Mayor con 3 rizos y staysail. Se planteó la idea de sacar un rizo, pero se viene la noche y la racha llega a veces a los 40kt. La velocidad que venimos haciendo hoy no es buena y el barco adentro es (se que lo dije muchas veces) una auténtica licuadora. La suerte no acompaña hoy a Sasha que se cayó tratando de cazar el balumero -que se cortó en el momento en que hizo un poco de presión- y cayó de espalda sobre la carroza, y en la cocina con el golpe de una ola que lo disparó contra la mesa y se lastimó la pierna, al igual que Nikita que patinó por la escalera de la escotilla. A mi se me abrió la puerta del freezer y salió eyectado un cajón profundo lleno de comida, entre ellos una bolsa de camarones que perfumó el pasillo con el más distinguido aroma de mar. Y por supuesto la mezcla de los alfajorcitos de maizena que había preparado quedó guardada en la heladera hasta la próxima guardia.

Eso es todo amigos, hoy es un montón!


*notese que la velocidad en la foto está en m/s*

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