FIORDOS - ¿Tropezón no es caída?
Crónicas desde el océano
Quetu
Thu 30 Mar 2023 04:07
Estimados amigos, vengo a reivindicarme conmigo misma, con la vida, y con mi autoestima con el siguiente relato.
El día de ayer empezó bien arriba. Mi confianza y seguridad en poder liderar situaciones de estrés y riesgo se vieron reforzadas por un grave accidente que relataré en la próxima nota.
El día de ayer, decía, después de haber provisoriamente solucionado el grave problema, fondeamos en una caleta muy hermosa sobre la Isla Chair. A fin de entretener a los clientes armamos un asado a orillas del canal de Beagle. Nevaba, todo era perfecto y hermoso. Trajimos la picada y con ella el vino y otras bebidas espirituosas, no hubiera dicho que habría tomado lo suficiente para reducir mis capacidades físicas o mentales, más bien diría que estaba pasando un excelente rato con los clientes.
En un momento de la tarde había que ir al barco a buscar una cosa y me ofrecí para hacerlo. El zodiac estaba con la proa sobre las rocas de la costa, lo desaté y noté que debía empujarlo un poco para poder salir. Estaban las superficies nevadas y frías y las rocas resbalosas, lo que en un acto poco fortuito hizo que me resbalara sobre la proa del zodiac empujándolo más de lo debido y quedando colgada de la misma mientras el bote se deslizaba caleta adentro. Para empeorar el asunto, contaba con un público numeroso alentándome a subir, hasta que desistí, me tiré al agua y empecé a gestionar la maniobra de subir por popa. No obstante si algo puede ser aún más ridículo era la presencia del chaleco auto inflable que, por supuesto, se infló. Lo que bloqueó toda posibilidad motriz y, para seguir empeorando el escenario, me tuvo que venir a rescatar el capitán.
Y aquí me detengo para hacer énfasis en la temperatura del agua. Si bien no sentí frío, al minuto de sumergirme perdí la sensibilidad en los dedos. Logramos subir al zodiac y junto con algunos merecidos retos llegar al barco.
No hay palabras para expresar la vergüenza que sentí por haber hecho semejante estupidez. Por estas latitudes el hecho de caerse al agua comprende un riesgo de vida y si bien aquellos que me conoce saben que para mi fue únicamente una aventura, que yo estaba en perfectas condiciones, sin miedo ni preocupación, contar con todos los turistas como parte del público hizo de mi aventura un espectáculo vergonzoso.
Eso es todo por hoy. Es casi nada y es un montón… ¡Un montón! Seré recordada por este infortunio por todos los presentes.