Ballenas

Crónicas desde el océano
Quetu
Tue 21 Jun 2022 11:55
Pos:

68•25.30’N
53•49,09’W


-Vamos a poner la Yanquee- me dijo Sasha a penas desperté de mi guardia. Terminé mi té, me puse la campera de plumas, la campera impermeable, el pantalón impermeable, el gorro de lana, los guantes impermeables, abrí la puerta de la escotilla -aquella que en algún momento fue mi portal mágico- y salimos al cockpit. Hoy también era mi pase hacia otro mundo mágico, porque ni bien la abrí, vi como una fina capa de nieve blanca vestía a la cubierta. Retazos de hielo caían de la vela mayor, y los cabos adujados en los molinetes lucían un voluptuoso ribete blanco. Los escaladores posiblemente se encuentran seguido con la situación de lidiar con las cuerdas tiesas y congeladas, pero en la náutica, a menos que uno frecuente estas latitudes, es de lo más inusual. Abrimos la yanquee y al desenrollarse del estay, como el vestido de la cenicienta cuando se convierte en princesa, desempolvó sos finos cristales de hielo por el aire. Todo habitaba bajo una atmósfera invernal de ensueño.

Mientras terminaba de acomodar los cabos, un rugido con un chorro de spray salpicó mis párpados, que se abrieron para darle prioridad a mis ojos a contemplar aquel espectáculo. ¡Eran ballenas! Delante de los Icebergs, ¡Y no solo muchas de ellas, sino que venían escoltadas por una colonia de lobitos que se paseaban todos juntos nadando con la cabeza afuera del agua! No podía sacar la mirada de la superficie del mar esperando a que alguno de estos animales haga su gracia. Y ahí estaba, en un segundo todo cobró sentido; una de ellas estiró su lomo y terminó el movimiento exhibiendo su cola en el aire. Como la foto de Puerto Madryn que sacamos con la cámara a rollo en el ‘95, como aquel collar com forma de cola de ballena que llevé puesto tantos años luego de haberlas conocido y de haberme enamorado de la significancia que tiene históricamente este poderoso animal.

Ahí estaba, sin lugar a dudas, la razón por la que me había encaminado a tan largo viaje.