Salimos a las 9.00 del 22 de mayo de 2.023 por el Pase de Ngarue, esta vez es mucho mas fácil, aunque también nos vemos envueltos en algún tobogán, la corriente es a favor y no tan fuerte como a la entrada. Tenemos por delante 138 Nm, por lo que tendremos que ir "frenando" si queremos llegar con el sol arriba, y así lo hacemos. La navegación es tranquila y sin hechos reseñables, vamos con poca vela para no llegar de noche, lo que la hace aun mas cómoda. Dejamos por babor los atolones de Taenga, Makemo y el pequeño Tuanake y por estribor Katiu, aunque es por la noche y es difícil verlos, ya que casi no se alzan sobre el horizonte.

Esta vez si que hemos encontrado información mas fiable sobre las mareas y la entrada por el Pase Teavetapu es suave, en el cambio de la bajamar a la pleamar, sin problemas. Vemos que hay bastantes barcos fondeados dentro y buscamos un lugar que nos proteja del viente SE, que aunque no muy fuerte, si tiene recorrido y acaba levantado ola corta, haciendo incomodo el fondeo. Este atolón tiene al menos tres pases, todos bastante juntos, el que hemos usado nosotros Teavetapu, otro mas hacia el W, el pase Motupuapua y otro mas pequeño al E, el pase D'Otao, marcado solo para embarcaciones menores y por el que no nos atrevemos a entrar, pero que nos vendrá muy bien para nuestras sesiones de buceo en drifting. Inicialmente nos vamos hacia el pase Motupuapua y fondeamos cerca de alli, pero no es cómodo y nos cambiamos hacia el E, mas allá del pase D'Otao y nos quedamos.

Descansamos el resto del día y el Pacifico nos regala una preciosa puesta de sol.

A la mañana siguiente exploramos los motus (islotes) cercanos al paso D'Otao, con su correspondiente sorpresa, una pequeñísima ermita, restos de algún asentamiento y una bonita playa con "sillones" que dan al otro lado de la laguna, es decir, a mar abierto, aunque está muy tranquilo.

Esperamos prudentemente el momento en que la corriente cambia de dirección y empieza a entrar hacia la laguna y es entonces cuando hacemos el "drifting", salimos con el dinghi hasta fuera de la laguna, a la entrada del canal (confiando en que la corriente nos meterá hacia adentro) y saltamos al agua con gafas y aletas, dejándonos llevar por la corriente, en un viaje alucinante sin esfuerzo sobre el fondo coralino, un jardín de aguas súper transparentes con una profundidad entre 3 y 10 metros, una experiencia inolvidable. Desgraciadamente toda la tripulación somos ya talluditos y no hay ningún "nativo digital" con los medios adecuados para dejar constancia del evento, tendremos que contároslo personalmente cuando nos veamos.

Repetimos una segunda vez el "paseo" y damos por finalizadas las actividades del día, pero otra vez el Pacifico vuelve a regalarnos otro atardecer precioso y nuestro artista particular, Manolo, también nos regala dos fotos a la luz de la luna que espero que os gusten.

Seguiremos hacia Fakarawa en la próxima entrada.

Hasta pronto.

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