Archipiélago Tuamotus (y fin): MAKATEA 15:49 .494S 148:16.772W
Como decía, es tiempo de arrumbar hacia la civilización y vamos a hacerlo con escala en la última de las Tuamotus, la que está mas cerca de Tahití, la isla de MAKATEA. Desde Toau son unas 125 Nm así que el 3 de junio salimos después de comer, para llegar el 4 de buena mañana. De nuevo una placida travesía nocturna sin nada que reseñar.
Tengo que explicar que MAKATEA no es un atolón al uso, no tiene laguna central ni está rodeado por una barrera de coral, sino que es lo que llaman un atolón emergido; la caprichosa naturaleza, o quizás debería decir vulcanismo, lo ha hecho emerger del fondo unos 100 metros sobre el nivel del mar. Se crearon así unos fantásticos acantilados que, en virtud del turismo mundialmente reinante, congregan a muchos escaladores dispuestos a llegar hasta casi el fin del mundo (a esta isla solo se puede acceder en barco, no hay aeropuerto), para escalar paredes verticales en un ambiente diferente, sobre el arrecife de coral y con el Pacífico como frontera.
Estos atolones emergidos no son muy frecuentes, pero tampoco son
formaciones únicas, en nuestro viaje pronto llegaremos, después de
dejar por la popa las Islas de la Sociedad (y por tanto, la
Polinesia Francesa) a NIUE, otro atolón emergido parecido a este.
Pero MAKATEA es aun mas diferente, porque después de emergido hace
muuuuuchos años, volvió a hundirse y volvió a emerger otra vez, o
por lo menos eso es lo que cuentan. En ese vaivén arriba y abajo
se formaron una serie de pozos llenos de organismos marinos que,
al secarse al sol, produjeron unos enormes depósitos de Fosfatos,
que durante 60 años fueron extraídos de pequeños pozos a cielo
abierto y dieron origen a una infraestructura minera única.
Entre 1.900 y 1.960 Makatea multiplicó su población por 100, hasta llegar a los 3.000 habitantes y superó en riqueza y avances tecnológicos a la capital del archipiélago, Tahití. En la década de 1.960 el agotamiento de los depósitos de fosfato y la decisión de Francia de realizar pruebas nucleares en el Pacifico Sur (algunos, los mas viejos, os acordareis del famoso Atolón de MURUROA, donde de vez en cuando, ¡PUUUUM! los franceses explotaban una bomba nuclear, eso si, con fines científicos), hizo que todos los técnicos y personal cualificado, que ciertamente no eran muy abundantes en la Polinesia Francesa, hicieran el petate y se trasladaran en masa hacia el sur, a la nueva "industria" nuclear. De la noche a la mañana quedó la isla de Makatea congelada en el tiempo, ya que la compañía minera cerró sus operaciones y salió, como quien dice, con lo puesto, dejando atrás lo que allí se había creado.
Lo que veis en las fotos es lo que queda del puerto que con los años el mar y el abandono han destruido; el resto de la enorme columna blanca puede daros una idea del tamaño de los barcos que amarraban aquí para cargar el fosfato.
Había igualmente una taller mecánico, muy moderno para la época, donde las maquinaria (tornos y otra mecánica pesada) era movida por una central de vapor que distribuía la energía por medio de correas conectadas a dos largos ejes, a los que cada maquina podía conectarse o desconectarse según fuera necesario. Había también una locomotora para transportar los convoyes de mineral hasta el puerto. De todo esto solo quedan unos cuantos hierros retorcidos y medio engullidos por la vegetación, realmente exuberante.
En fin, no habíamos visto nunca nada similar.
Para ver todo esto y hacer una excursión por la isla habíamos
contactado con Julián, Alcalde de Makatea, dueño de uno de los
hostales de la isla, excelente guía turístico y músico aficionado,
que nos recogió en el puerto y nos llevo de visita en su 4x4.
Conocía muy bien la historia, a pesar de ser un niño en la época
en que sucedió, pero lo mas gracioso fue que en cuanto hacíamos
una parada sacaba su ukelele y nos deleitaba con su música y sus
canciones.
Después de la vista de la antigua fabrica nos llevó al otro lado de la isla, donde nos encontramos con otro acantilado espectacular
y luego al ayuntamiento y a su hostal, donde nos regaló con una excelente comida.
Todo un personaje, el tal Julián, quien aparte de ser un enamorado de su isla, lo que le gusta es el ukelele y en cuanto la parada era algo mas larga, se bajaba una silla del coche y nos daba su recital
Acabamos la estancia en Makatea con otra preciosa puesta de sol
Continuamos hacia Tahití, solo nos quedan 127 Nm, por lo que esa misma noche, después de un día muy intenso largamos la boya que nos retenía y nos proponemos llegar a Tahiti con las primeras luces del día 6 de junio.
Hasta pronto.
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